Georgia

¡Georgia en llamas! Protestas, promesas y una revolución al estilo Maidán en la cuna del este europeo

La tensión en Georgia alcanza su punto máximo: enfrentamientos, decisiones del Gobierno y advertencias de la UE. El cóctel perfecto para una revolución.

Georgia, un país donde la historia y la política se entrelazan con rivalidades y esperanzas, ha visto como la inconformidad popular ha estallado en varias noches de intensas protestas. En las últimas manifestaciones, al menos 44 personas fueron hospitalizadas tras violentos enfrentamientos con la policía, todo esto mientras los ciudadanos demandan nuevas elecciones ante la decisión del gobierno de congelar su adhesión a la Unión Europea hasta 2028. Esta acción ha desatado la furia de miles de opositores que se agolpan frente al Parlamento, clamando por el cumplimiento de los deseos pro europeos del pueblo.

El primer ministro georgiano, Irakli Kobajidze, bajo presión, se reafirma en su compromiso con el gobierno actual pero enfrenta un clima muy hostil. Al tiempo que la alta representante de la UE, Kaja Kallas, advierte que habrá consecuencias por esta inacción, el Kremlin asoma la posibilidad de una revolución, recordando la agitación del Maidán en Ucrania. Con el temor de que las tensiones escalen, Kobajidze incluso insinuó la posibilidad de ilegalizar a los partidos opositores, un movimiento que podría encender aún más la llama del descontento entre la población.

El dilema de la identidad europea en Georgia se entrelaza con la geopolítica: se siente como una gran partida de ajedrez donde cada movimiento tiene un peso significativo. Los ciudadanos fervientemente pro UE han visto cómo sus esperanzas chocan con una realidad que parece más relacionada con los intereses del Kremlin que con sus deseos democráticos. Este lunes, una nueva jornada de protestas está prevista, y tanto policía como manifestantes se preparan para un nuevo enfrentamiento que podría marcar un punto de inflexión en la historia reciente del país.

Interesantemente, la última década ha sido crítica para Georgia, ya que ha navegado entre deseos de acercarse a Occidente y la presión de mantener la cercanía con Rusia. Además, la gestión de Kobajidze es una de las más complejas hasta la fecha, dada la polarización de la población y los desafíos a los que se enfrentan los líderes en su camino hacia una posible integración en la comunidad europea. Por otro lado, es fascinante cómo el pueblo georgiano ha demostrado una y otra vez su determinación y pasión por el cambio, mostrando que, a pesar de las dificultades, no están dispuestos a ceder ante la opresión. La historia de Georgia sigue escribiéndose con cada protesta que ocurre en las calles de Tbilisi, donde la lucha por un futuro más brillante nunca se detiene.